Un balance general

Enero, es imposible que en estas fechas no realicemos de una u otra manera un balance general del año que pasó, como si “realmente” las 12 de la noche del 31 de Diciembre marcase el final de una promesa que pudo ser y obtengamos instantáneamente una renovada esperanza de posibles sueños que cumplir.Solemos separar instintivamente nuestra vida cotidiana, de la misma manera que colocábamos los separadores de asignaturas en nuestra carpeta escolar...
- Y... mira, en el ámbito laboral realmente no me quejo... pero pudría haber ido mejor...-
- Con respecto a la familia la verdad que... -
- El tío Manuel con su enfermedad este año...-
- La flaca quería seguir con sus estudios, pero los chicos... -.
Y así vamos desglosando nuestro Debe y Haber mediante algunas catarsis con amigos.
Como no soy la excepción a la regla, este fin de año me encontré con mi queridísimo primo-amigo Victor, (diría hermano), de esos que no se heredan, simplemente se elijen.
Contándonos nuestros vaivenes del año transcurrido y desparramando nuestro corazón sobre una mesa de café, lo enteraba de mis más de dos meses y medio de cama a causa de una mal esfuerzo, con la consabida repercusión laboral que la misma tiene, etc... a lo que se sumo haciéndome partícipe de un malestar general que terminó con una internación de una semana y una recuperación bastante mas larga...
A la hora de los resúmenes familiares coincidimos que había sido un año que culminaba de una manera bastante positiva, las mujeres... (ojo, las respectivas), los chicos, etc...
A medida que iba avanzando la conversación y la misma tomaba aristas más personales y ricas en confesiones subjetivas, iríamos coincidiendo en un acuerdo tácito, en lo benevolente que en realidad había sido este año que pasó, con nuestras respectivas vidas, que todos aquellos valores que vamos perdiendo de vista, vaya a saber por que ironía cotidiana, no solamente seguían arraigados en nosotros si no que fueron potenciándose con los años, esos mismos años que nos demostraban que era tan importante alimentar nuestro espíritu como nuestro cuerpo, que todos esos valores que realmente valían la pena, a más profundo más alejados de todo lo que tenía que ver con lo económico, con el dinero... que ya no confundíamos como antaño “valor” con “precio”, que las preocupaciones eran menos cuando las transformábamos en “ocupaciones”, que el verdadero balance de la vida no se podía desglosar por los últimos 365 días, que había que tomarlo como un todo, y ese “todo” nos iba dibujando una sonrisa y esa sonrisa nos hacia tomar conciencia que encima se sumaba la bonanza de seguir teníendonos el uno en frente del otro en la mesa de un café como tantas veces...Este año se me antoja saludarlos a ustedes de la misma forma que lo hicimos con mi primo, mi amigo (mi hermano), con un inmenso abrazo. con una gran sonrisa en el rostro y el pecho henchido de saberlos del otro lado, con la satisfacción de la solemne promesa de que muy pronto volveremos a estar en contacto, por que cuando lo estamos... todo tiempo nos sabe a poco !
Leonardo E Cano

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